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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

En este país la maravilla se llama Alicia

El libro de Alicia Delibes Liniers, La gran estafa. El secuestro del sentido común en la educación, es un libro importante, y digo importante, habida cuenta de la importancia que tiene la educación en cualquier país que se pretenda civilizado. Creo que puede decirse que es lo más importante y lo más destrozado por políticas e ideologías que, con caretas de izquierda y progres, son profundamente oscurantistas.

El libro de Alicia Delibes Liniers, La gran estafa. El secuestro del sentido común en la educación, es un libro importante, y digo importante, habida cuenta de la importancia que tiene la educación en cualquier país que se pretenda civilizado. Creo que puede decirse que es lo más importante y lo más destrozado por políticas e ideologías que, con caretas de izquierda y progres, son profundamente oscurantistas.
Cubierta del libro 'La gran estafa' de Alicia Delibes Liniers

De entrada debo reconocer que, desde un punto de vista académico, soy el menos dotado para hablar de cuestiones tan esenciales porque no tengo la menor experiencia sobre ellas. No he vivido las diferentes reformas, las sucesivas LOGSE y LOE, por la sencilla razón de que jamás he estudiado en colegios o liceos, jamás he pisado una Universidad salvo para conferencias públicas y ni siquiera tengo el bachillerato. Y en Matemáticas, disciplina en la que Alicia es profesora, mi ignorancia es abismal. Por lo tanto, dejando los aspectos digamos técnicos a personas más capacitadas, y esperando que este libro tenga el debate que se merece, me limitaré a su filosofía. Porque tampoco es necesario tener un doctorado de Filosofía para entender y comentar Pourquoi les philosophes?, de Jean-François Revel, por ejemplo, uno de los autores que certeramente cita Alicia Delibes, que abre su libro con esta cita suya: "La decadencia que viene sufriendo la enseñanza desde hace treinta años es consecuencia de una opción deliberada, según la cual la escuela no debe tener por función transmitir conocimientos." (J.F.Revel. El conocimiento inútil)

Esto es tan verdad en Francia como en España y en otros países donde la ideología socialista domina y anula el conocimiento en la enseñanza, y anula hasta el sentido común, como queda demostrado en este libro.

Un libro es ante todo un estilo y el de Alicia es ejemplar: claro, sencillo, clásico, como una fuente de aldea castellana. Y para gentes como yo, la sinceridad y desparpajo con los que relata sus años de estudiante y profesora de Instituto progresista y cómo y porqué ha evolucionado hasta un pensamiento liberal de verdad, y no como el de tantos, constituye una lección magistral.

Jean-Jacques RousseauLeyendo su libro, un asno como yo (es mentira que los asnos sean idiotas, son testarudos, que no es lo mismo) se entera de cantidad de cosas sobre teorías de la educación. Aprecié particularmente su crítica de Jean-Jacques Rousseau, que siempre me ha resultado un personaje antipático debido a su hipocresía, un Tartuffe de Moliere. Escribe Alicia: "¿No resulta un tanto extraño que haya quedado como sinónimo de educación liberal aquella que se inspira en una ciencia que enseña al educador a apoderarse, tan sutil como absolutamente, de la voluntad y de los sentimientos del niño?" (pág. 31). Sabido es, bueno, sabido es por algunos que Rousseau era una de las bêtes noires de Isaiah Berlín, quien le calificó –como recuerda Delibes– de "uno de los más siniestros y más formidables enemigos de la libertad en toda la historia del pensamiento moderno". (La traición de la libertad)

Los aficionados al circo saben que hay dos métodos de amaestrar a los animales para que se sometan y ejecuten lo que de ellos exigen sus domadores: el método cruel y el método suave. El resultado es el mismo: los bichos hacen el payaso ante un público no siempre infantil. Hoy, en la educación no se amaestran leones, se fabrican electores de izquierda, ese es su sens, como se dice en Suecia... La instrucción pública, como se calificaba en sus comienzos, tenía como objetivo ampliar al máximo los conocimientos de los alumnos y estudiantes para que pudieran "abrirse paso" y ser útiles al conjunto de la nación. Ese sentido común del cuanto más se sabe, mejor, ha sido sustituido por un aquelarre educativo. El esfuerzo, el mérito personal, la disciplina en los estudios, los exámenes, las notas, la selección o el espíritu de competitividad, siendo considerados de derechas, se ven "deportados" y sustituidos por el principio de igualdad, que puede resumirse así: "cuanto menos saben, más iguales son".

Ante el desastre, se vuelven a discutir, casi públicamente, los principios de autoridad y disciplina. A mi modo de ver, los centros de enseñanza nada tienen que ver con un cuartel. La única autoridad que tiene un profesor reside precisamente en sus conocimientos y su saber tiene que saber transmitirlo. Pero hemos llegado a una situación en la que los profesores no saben nada, o sólo bazofias, cuyo objetivo no es formar individuos libres, responsables y cultos, sino a futuros electores de izquierda. En estas condiciones, ¿cómo exigir de los alumnos que sean estudiosos, disciplinados, y ansiosos de aprender? ¿Aprender esas chorradas? Está visto que todo el sistema educativo necesita una revolución, y esa revolución tiene que empezar por los profesores.

Una clase de primariaCabe preguntarse, y esto también está en el libro de Alicia, si el Estado actual es capaz de hacer la menor reforma del sistema educativo. Cabe preguntarse si para existir la educación no debería liberarse del yugo estatal. En Francia, de la que algo conozco, se salvan las élites. En nombre de la progresía y de la "igualdad", lo único que funciona son las Grandes Ecoles y la enseñanza privada. Y lo que se enseña en la pública es la justificación del terrorismo como "único arma de los pobres" y que el ejército israelí se dedica exclusivamente a asesinar niños. El antisemitismo ha llegado a tal punto que, cuando un profesor cita el Holocausto o incluso a Condorcet (que en la Asamblea Nacional revolucionaria logró que los judíos pudieran obtener la nacionalidad francesa), los alumnos les abuchean y los profesores se rajan.

Alicia Delibes también escribe sobre Condorcet, oponiéndole a Rousseau y explicando sus teorías educativas, que tuvieron influencia hasta en nuestras Cortes de Cádiz. El marqués de Condorcet, hombre ilustrado, como se decía en el siglo XVIII, fue un gran reformista que se adhirió a la revolución burguesa de 1779 pero no al Terror. Evidentemente, fue encarcelado y asesinado por los terroristas revolucionarios secuaces de Robespierre y Saint Just, y hoy se ve abucheado e insultado en las aulas progres y antisemitas de la douce France. Desarrolle usted ese pensamiento...

Un inciso personal: en mi primer viaje clandestino a Madrid en 1954 para proseguir la magnífica obra revolucionaria de Robespierre y Saint Just, continuada y muy mejorada por Lenin y Stalin, me alojé en el Hotel de Inglaterra, calle Echegaray, siguiendo los consejos de un taxista. Desconocía totalmente quien era ese señor, pero enseguida me enteré de que fue Premio Nobel, leí su teatro que me pareció pésimo, y después descubrí con Alicia Delibes (ya había leído algún artículo suyo sobre Echegaray) que fue ingeniero de caminos, matemático, economista, pensador liberal y reformista y que, a fin de cuentas, su calle, su Nobel y su teatro son lo de menos en tan interesante personaje. Y todo es así, todo es interesante en este libro profundamente pedagógico, en el sentido de ser siempre ameno e inteligente. Como se dijo que eran los maestros en el planeta Marte pero, desde luego, no en España hoy.

Soy muy consciente de haberme dejado muchas cosas en el tintero y, además, ¿qué podría decir yo sobre la "caída en desgracia de Euclides", por ejemplo? Pero también me dejo cosas más asequibles para mí, como sus comentarios a la Institución Libre de Enseñanza, sobre la que José María Marco ha escrito un libro imprescindible, como lo define Alicia: "Francisco Giner de los Ríos. Pedagogía y Poder". Y muchas más. Sólo espero haber podido contribuir al deseo de lectura de este libro importante. Por cierto, si alguien les pregunta qué es el pensamiento liberal hoy, la respuesta se ha hecho fácil: lean el libro de Alicia Delibes Liniers.

Alicia Delibes Liniers: La gran estafa. El secuestro del sentido común en la educación. Unisón Ediciones, 2006; 174 páginas.
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