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LAS GUERRAS DE TODA LA VIDA

No saben qué hacer con Sarkozy

Mientras el presidente Zapatero se gasta nuestros impuestos en sus vacaciones sin que nadie le diga nada, la prensa se agita ante la inmoralidad de Sarkozy y sus carísimos días de descanso en los Estados Unidos, un país donde el hombre tiene bastante que hacer.

Mientras el presidente Zapatero se gasta nuestros impuestos en sus vacaciones sin que nadie le diga nada, la prensa se agita ante la inmoralidad de Sarkozy y sus carísimos días de descanso en los Estados Unidos, un país donde el hombre tiene bastante que hacer.
Nicolas Sarkozy

Finalmente, el jefe del Estado francés (por cursilería, informativos e informantes dicen "galo", como si hablaran de Astérix; ¿será ZP celta o ibero?), Sarkozy, llamó a Le Monde (no mandó a la vicepresidenta ni al jefe de prensa) y les dijo que se dejaran de majaderías, que las arcas nacionales continuaban intactas y que a él le habían invitado a sus casas, hoteles, piscinas y hasta soles particulares los señores Cromback, de Tiffany’s, y Agostinelli, de Prada. No los propietarios, por cierto, sólo altos empleados, porque la burguesía está en extinción (esto lo digo yo, no Sarkozy).

¿Les habrán regalado algo, a él o a Cécilia, una lámpara, un collar de diamantes, un vestido, un par de zapatos, al menos un autógrafo de Audrey Hepburn o de Meryl Streep, que esta gente tiene hasta películas propias? ¿Lo declararán al patrimonio francés? La inquietud me corroe, en parte porque he pasado el verano nadando en salsas rosas televisivas, en parte porque el hecho de que Sarkozy y Bush aprovecharan la proximidad de sus sitios de descanso para reunirse y charlar un rato no parece importarle mucho a nadie.

Me llega ahora un breve de prensa latinoamericano en el que se anuncian nuevas desgracias para Monsieur le Président de todos los franceses, a cuenta de su Ministerio de Identidad Nacional, Inmigración e Integración, creado, según el cable, "para dar satisfacción al electorado del chauvinista Frente Nacional y, en líneas generales, a sectores populares que temen el multiculturalismo impuesto por el flujo de inmigrantes".

Brice HortefeuxEl escándalo en ciernes tendría que ver con la expulsión del matrimonio Dembski, al que la policía fue a buscar a su casa: en ese momento, padre e hijo trataron de largarse por la ventana y el menor cayó desde catorce metros de altura. El ministro del asunto, Brice Hortefeux, al parecer, tendría fijada una cifra de 25.000 inmigrantes ilegales a expulsar en el curso de este año. Cifra impresionante, si no se tiene en cuenta que Francia tiene más de cinco millones de musulmanes y una cantidad indeterminada de millones de personas de otros orígenes, desde vietnamitas hasta libaneses o egipcios cristianos. Lo cual no llamaría la atención en los Estados Unidos (de paso sea dicho, el país con mayor número de musulmanes en el mundo), un país creado con, por y para la inmigración, pero sí llama la atención en una Francia que no contaba con nada de esto hace cuarenta y cinco años (la retirada de Argelia, donde empezó casi todo, fue en 1962).

El profesor Mario Gaviria, que lo es de la universidades de Navarra, Pennsylvania y Los Angeles, además de ser un pensador rabiosamente independiente, publicó un artículo en La Vanguardia el 5 de noviembre de 2006 (disponible en blog Eurabia) en el que planteaba la cuestión como un problema de soberanía. No me resisto a incluir aquí algunos de los datos que sustentan su análisis de la situación de Francia, por ejemplo, respecto de las Cités HLM:

Hay en Francia unos mil barrios de bloques con dos millones de pisos en alquiler de renta limitada propiedad del Estado (en España sólo hay unas 50.000 viviendas públicas de alquiler). Paradójicamente, esos territorios se fueron islamizando y son hoy las bases espaciales del califato de Francia. [...]

Los musulmanes se fueron adueñando de los barrios que los funcionarios y la policía comenzaron a llamar ZUS (zonas urbanas sensibles) en una apoteosis de fantasía literaria.

Estos guetos [...] eran 22 en 1982, 320 en 1992 y 630 en el 2004. [...]

Hace 15 años fueron llegando los predicadores islamistas que fueron creando lugares de culto a medida que cerraban los bares, las tiendas, y los pequeños supermercados, crearon servicios sociales musulmanes y se cerraron los servicios sociales y los asistenciales laicos. En los últimos años la declaración de territorio islámico, embrión del futuro califato hipotético, ha corrido en los barrios periféricos franceses en paralelo a la primera y segunda intifada palestina.

Hay una estrategia islamista soberanista de ocupación y desestabilización de los barrios.

Llevaban años quemando una media anual de 27.000 coches pero en las tres semanas del otoño del 2005 en 300 barrios diferentes se quemaron 11.000 vehículos y 300 edificios públicos (escuelas, bibliotecas, guarderías, gimnasios, centros culturales y de jóvenes, correos, se expulsa al Estado, etc...). Está claro que el comunitarismo creado en Francia emplea a los menores de edad como punta de lanza (como en las pateras y cayucos que llegan a España). [...]

En el año 2006 ha habido más de 5.000 ataques contra policías.

En las últimas semanas cada noche se queman de media 15 automóviles y son heridos 14 policías considerados invasores extranjeros en los barrios. El Estado se ha ido retirando de la Banlieue y sólo quedan las escuelas en las que cada vez con más dificultad encuentran profesores víctimas del estrés. Son atacados hasta los bomberos, algo insólito en la historia de Occidente. En la semana del aniversario de los sucesos del 2005 han quemado 9 autobuses casi siempre con gente dentro. Una estudiante senegalesa de 26 años que acababa de aprobar su examen fue quemada en el 60% de su cuerpo y está entre la vida y la muerte.

Pero, además:

En Francia "hay un 9% de parados que viven de subsidios. Uno de ellos acaba de publicar un libro en el que demuestra que acogiéndose con toda legalidad a todos los sistemas de protección que proporciona el Estado ha conseguido unos ingresos mensuales libres de impuestos de 600 euros y sólo ha trabajado 14 meses en los últimos 24 años.

Y:

Se habla de unos 300.000 jóvenes franceses de souche, de pura cepa, de clase media y alta con estudios sólidos y títulos académicos brillantes que se van a vivir al sur de Inglaterra, a EE. UU. y a Hispanoamérica, como los jóvenes cristianos libaneses.

Sólo un cretino puede decir que la creación del Ministerio de Identidad Nacional, Inmigración e Integración (todo un programa en el mismo nombre) sea "una concesión al lepenismo". Por el contrario, con un poco de suerte, oficiará de granizo en un campo abonado para Le Pen. Campo que, por cierto, abonaron entre todos, le Général el primero, Mitterrand el que más.

Nicolas SarkozyEstos problemas los tenemos en la puerta.

Cuento todo esto, y le hago contar al profesor Gaviria, citándole, porque sé que la próxima campaña electoral española no la harán las izquierdas y los medios que les son afines sólo en contra del PP, sino también en contra de Sarkozy, el mal ejemplo vecino que puede contribuir, si es exitoso, a unos buenos resultados del centro derecha en España. No lo escribo porque la pasión por Sarkozy me ciegue: todavía no sé quién es Sarkozy; volveré sobre el tema dentro de unos meses. Pero sí sé lo que el presidente francés representa en el imaginario de las izquierdas y de las derechas, condicionado en ambos casos por esa reducción al absurdo de todo pensamiento que son las consignas.

Para las izquierdas, es un demonio a combatir: soberanista (condición reservada para los nacionalistas periféricos españoles y, en general, para promotores de naciones sin Estado); políticamente incorrecto como ministro de Interior; neocón, suponen, aunque no sepan muy bien de qué va eso; proamericano; antiburocrático en el país probablemente más burocratizado del mundo (bureau es palabra francesa), decidido al parecer a reducir las dimensiones de un sistema de protección social paternalista que por su elefantiasis ha dejado de proteger, precisamente cuando es doctrina oficial del Gobierno español la proliferación del intervencionismo; integrador, precisamente cuando es doctrina oficial del PSOE el aislamiento del PP (¿qué harían algunos socialistas españoles si Rajoy les invitara a formar parte de su Gobierno?); impulsor de una escuela radicalmente opuesta a la de la secta pedagógica definida por Mercedes Ruiz Paz y glosada en su aplicación LOGSE por Javier Orrico, una escuela en la que el mérito y el saber ocupen el debido lugar... En fin, un espanto.

Para las derechas españolas en general, Sarkozy es una esperanza ininteligible: no comprenden lo de la integración; no pueden articular un discurso soberanista español por sus propios compromisos clientelares autonómicos; carecen de programa para la inmigración (con la honrosa excepción del Gobierno de la Comunidad de Madrid); no tienen un plan liberal alternativo para mantener la Seguridad Social sin crear un Estado distrófico (de nuevo en esto con la excepción de Madrid); no tienen un proyecto de reforma radical de la educación que pase de la timidísima Ley de Calidad; y no han definido con claridad sus relaciones con las religiones institucionales cuando la laicidad del Estado tiene que estar, especialmente en la educación, fuera de toda duda (no cabe discutir la Educación para la ciudadanía, brutal y totalitaria como es, si por otro lado no se excluye del currículum la enseñanza de cualquier religión).

Y, sobre todo, les falta un líder, o no son capaces de promover a ninguno de los que pueden serlo potencialmente. El fenómeno Sarkozy, como el fenómeno Aznar en su momento, es un fenómeno de liderazgo. De modo que usarán poco en la campaña al aliado francés, más que nada por miedo a que les lance más allá de donde quieran llegar.

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