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CRÓNICAS COSMOPOLITAS

Sin novedad en el frente

Roban 500 pistolas, pero no pasa nada, dice el Gobierno. La policía francesa detiene a "presuntos" etarras (siempre son presuntos, para sus señorías), pero no pasa nada, repite el Gobierno. Se encuentran depósitos de explosivos, mas no pasa nada; sin novedad en el frente, afirma el Gobierno. Todo va tan bien –la tregua, la paz sin concesiones políticas– que, a finales de 2006 el señor Rodríguez lanza su Happy New Year: este año todo va bien, y el que viene irá mejor. Al día siguiente explota Barajas.

Roban 500 pistolas, pero no pasa nada, dice el Gobierno. La policía francesa detiene a "presuntos" etarras (siempre son presuntos, para sus señorías), pero no pasa nada, repite el Gobierno. Se encuentran depósitos de explosivos, mas no pasa nada; sin novedad en el frente, afirma el Gobierno. Todo va tan bien –la tregua, la paz sin concesiones políticas– que, a finales de 2006 el señor Rodríguez lanza su Happy New Year: este año todo va bien, y el que viene irá mejor. Al día siguiente explota Barajas.

Todos los que decíamos que el Gobierno se rendía ante las exigencias de ETA éramos considerados criminales de guerra, y resulta que los terroristas rompen la tregua, y que la prensa empieza a publicar los "acuerdos secretos" entre el PSE, ETA-Batasuna y el PNV (ABC, 29 de julio) en los que queda demostrada, no la rendición, sino la Traición, con mayúscula. Pero no pasa nada, repiten el Gobierno y sus altavoces: se trata únicamente de "documentos de discusión" y no hubo acuerdos políticos; buena prueba de ello es que ETA ha roto la tregua.

Cabe preguntarse, efectivamente, por qué la ha roto. Las exigencias nacionalistas de ETA y de sus cómplices son harto conocidas desde hace tiempo. Ya sea por las armas o por el chantaje de las armas, quieren conquistar Navarra y una región francesa, y el Gobierno y sus lacayos lo habían aceptado. El problema es que en esos "documentos de discusión" los traidores se comprometieron a convencer a los franceses para que se mostraran "tolerantes y conciliadores". Sin embargo, las autoridades galas no sólo no están dispuestas a ceder parte de su territorio a una banda terrorista, sino que lo demuestran acrecentando su vigilancia y represión contra esa banda en territorio francés, incluso durante la supuesta "tregua". Porque el terrorismo etarra ya no es "el problema de un país vecino"; se ha convertido en su problema y reaccionan de forma exactamente contraria a la del Gobierno sociata: luchando más activamente que nunca contra ETA.

Entonces el tétrico y canallesco portavoz de la Traición, El País, que hasta ese momento repetía el no pasa nada gubernamental, el todo está atado y bien atado para la paz, cambia de rumbo y presenta los logros de la Policía francesa como hazañas del gobierno zapaterista y de su ministro Rubalcaba. Ni ellos mismos se lo creen. Pero esa mentira institucionalizada no sólo nos enfurece a los que criticamos la política "antiterrorista" del Gobierno, que solo es rendición, sino que también indigna a los ultranacionalistas etarras, quienes se dicen: nos han prometido el oro y el moro y ahora se vanaglorian cuando la Policía francesa nos detiene. Pues se van a enterar... Y se pueden temer nuevos atentados.

Arnaldo OtegiTodo el mundo sabe que esa política de traición no era apoyada por la mayoría de los españoles ni contaba siquiera con la unanimidad en el PSOE, por lo tanto debían hacerla a hurtadillas, mintiendo, hablando del "fin de la violencia" (¿quién puede estar en contra?) y de paz y concordia universales, sin hablar de la entrega de Navarra a ETA. Pero esa ambigüedad, esa mentira permanente, terminaría haciéndose insostenible un día u otro, porque no se puede satisfacer al mismo tiempo a Otegi y a Alfonso Guerra, por citar sólo a dos colaboradores del poder sociata. La crisis era obvia y es hasta cierto punto lógico que los más fanáticos, los nacionalsocialistas de ETA-Batasuna, hayan sido los primeros en reaccionar. Ahora intentan calmarles, abriéndoles puertas para que se hagan con Navarra. No será nada fácil, pero no es imposible, desgraciadamente. Que Otegi y Zapatero entreguen una parte del territorio francés a ETA sí lo es.

Pese a haberlo ya comentado, creo útil recordar y repetir brevemente cuáles fueron las políticas francesas en relación con ETA, pues las mentiras persisten día tras día, en ésta como en otras cuestiones. Durante años, la banda terrorista gozó en Francia no sólo de tolerancia sino de simpatía. Cuando hace más de 20 años hubo conatos de terrorismo en territorio francés (o Euskadi Norte, para ellos) con la muerte de dos gendarmes, las autoridades francesas se reunieron "secretamente" con los jefes de ETA y concluyeron un pacto mafioso: seguimos haciendo la vista gorda, pero a condición de que no vuelva a repetirse el menor atentado o conato de terrorismo en nuestro suelo patrio. Y ETA aceptó el trato hasta 1982, cuando el PSOE ganó las elecciones y Felipe González logró convencer al presidente Mitterrand de que era él quien gobernaba en España y no Santiago Carrillo. Tuvo Felipe muchas dificultades, pero lo logró, y esas nupcias sociatas parieron los GAL, un pacto aún más mafioso, que dio los tan conocidos como catastróficos resultados de los que "nos enteramos por la prensa".

Después de esos sangrientos episodios que ningún festival de películas o novelas "negras" relata, las aguas volvieron a su cauce y la tolerancia franchute hacia los etarras persistió aunque menos. El viraje de la actuación francesa en relación con las actividades de ETA se nota sobre todo desde que la política de rendición del gobierno zapaterista pretende incluir a Francia en las negociaciones, para que acepte abandonar tres departamentos franceses porque así lo exige ETA. Algo que evidentemente Francia no puede aceptar, ni siquiera discutir. Tampoco es inútil precisar que durante estos últimos años el ministro de Interior francés fue Nicolas Sarkozy, infinitamente menos tolerante con el terrorismo, etarra o islámico, que los ministros de Interior socialistas que se sucedieron desde 1981 hasta 2002.

O sea que España tendría objetivamente y por primera vez en su Historia un aliado en su lucha contra el terrorismo etarra, y el terrorismo en general, en el Gobierno francés, pero resulta que Zapatero y Rubalcaba no quieren que Francia se meta en sus contubernios traicioneros. Y si la menor prueba fuera necesaria, el espectáculo de las "buenas relaciones" francoespañolas demuestra lo contrario.
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